
«Una madre nace psicológicamente el día que su hijo…
Ninguna mujer sabe cómo ser madres. Ninguna de nosotras nació sabiéndolo. Todas tuvimos que ir construyendo esa nueva identidad, que nace el día que damos a luz a nuestro hij@. Es un trabajo que realiza nuestra mente y que se traduce en una actitud maternal. Un trabajo interno, profundo y comprometido que se extiende a lo largo de nuestra vida.
El instinto materno, no nace en el momento que escuchamos llorar al bebe por primera vez, sino que se va construyendo; pasando por distintos momentos. Puede comenzar con el deseo de tener un hijo, continuar el tiempo que lo llevamos dentro nuestro, durante los meses de gestación, seguir con el nacimiento físico del bebe y permanecer en mayor o menor exposición, durante toda la vida.
Cuando una mujer se convierte en madre actúa durante un tiempo, sobre todo cuando se trata del primer hijo, de una manera distinta, una actitud mentalmente nueva. Una actitud maternal que desplazará a la anterior. El bebe se convierte en el centro de sus pensamientos, de sus ilusiones, de sus ideas, de sus proyectos, una experiencia nueva, que hace que todo lo vivido hasta hoy sea incomparable con lo que está sintiendo.
Todo en su mente cambia; sus prioridades, sus valoraciones de la vida, sus relaciones con amigos, pareja y familia en general. Comenzará de a poco a ir gestionando ese rol de madre, y debatiéndose entre sus capacidades y sus inseguridades. Entre “yo puedo ser madre porque es lo que más quiero y deseo” y el “no puedo”,” nunca podre”, “no sé cómo hacerlo”, “no soy capaz”…
Cada mujer necesitara de un tiempo para pensarse en este nuevo rol, para ir construyéndolo. Un tiempo para darse confianza, para sentirse emocionalmente fortalecida y segura de que lo que está sintiendo y haciendo está bien. Empezar a dar lugar a la mujer-madre que comenzó a gestar con el deseo de su hijo. De a poco se ira alejando de su rol solo de hija para pasar al de madre responsable de otro ser. Por momentos esto no será fácil y es cuando se debe sentir libre de pedir ayuda y apoyo a su compañer@, a su familia, a sus amigos o su grupo de madres si lo tuviera, a su terapeuta.
Mientras todos estos cambios se producen en la mente de la mujer, también en el exterior, en la vida física, se aprende nuevas tareas como amamantar, cuidar, jugar, poner a dormir al bebe y comenzar a amar a este nuevo ser que acaba de llegar.
A medida que pasa el tiempo, vamos adquiriendo más seguridad y confianza, cuando vemos que nuestro hijo va creciendo. Es cuando de a poco empezamos a valorarnos y darnos cuenta de que somos capaces de darle a nuestro hij@ aquello que necesita. Así vamos confiando en nuestro instinto materno, adquiriendo maneras apropiadas de levantarlo, dormirlo, bañarlo, hacerle sonidos, provocar sonrisas, calmar sus llantos.
Es un largo camino de aprendizaje que comienza con el deseo de concebir un hijo y que dura toda la vida.
Texto : Lic.Rossana Zanini
Foto de Jonathan Borba en Unsplash